Unidos por la fe

Como parte de la formación integral de los alumnos de la Red de Colegios Mano Amiga, los coordinadores de Formación Católica de los tres colegios en Nuevo León, Mano Amiga Monterrey, Mano Amiga La Cima y Mano Amiga Sana Catarina, organizaron con gran devoción y compromiso, su peregrinación anual, un evento que les permitió vivir la fuerza de la unidad entre las instituciones de la zona norte del Estado.

Al encuentro se unieron las directoras de los colegios de Monterrey y La Cima, junto con un equipo de colaboradores, personal administrativo, maestros, intendencia, padres de familia y, por supuesto, los alumnos, quienes compartieron su fe y su alegría en esta experiencia espiritual, además, de contar con la presencia y el acompañamiento de hermanos novicios del Noviciado de Monterrey.

La misa, llena de fervor y esperanza, fue celebrada por los capellanes de los colegios: el Padre Eugene Gormely, L.C., el Padre Jesús Franco, L.C. y el Padre Patrick, L.C., quienes los guiaron en oración y los bendijeron con sus palabras llenas de paz y consuelo.
La liturgia, una manifestación viva de la fe, estuvo a cargo del noviciado de Monterrey, quienes, con gran esmero y devoción, ofrecieron una celebración llena de significado.

Uno de los momentos más representativos de la peregrinación fue la participación de los 56 alumnos de preescolar y primaria del Colegio Mano Amiga Monterrey, quienes, con dedicación y amor, se prepararon para presentar una danza especial en honor a la Virgen de Guadalupe. Los niños, con sus corazones llenos de fe y devoción, ofrecieron su danza a la morenita del Tepeyac, frente a la Basílica de Guadalupe en la colonia Independencia, Monterrey, N.L. Este gesto de entrega y cariño hacia la Madre Celestial fue, sin duda, uno de los momentos más conmovedores de todo el evento.

Al evento asistió Jade Luciana Cortés García, una niña de 6 años y alumna de primer grado de primaria. Desde su segundo año de preescolar, ha sido una devota matachín, quien compartió lo mucho que le gusta danzarle a la Virgen, a quien considera la mamá de Jesús. Jade comentó que nunca se cansa de danzarle porque lo hace con todo su amor, reconociendo que Ella, nuestra madre celestial, nos ama profundamente. Para Jade, participar en la danza es mucho más que un acto de fe; es un regalo lleno de devoción que siempre llevará a la Virgen, con el corazón rebosante de cariño y fe.

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